Nacida en la ciudad de Santa Fe y radicada desde 2002 en Rosario, Lila Nicastro atraviesa sus días entre la docencia y las pinceladas que intentan dar sentido a una realidad tan dinámica como voraz y cambiante. Inmersa en la rutina de lo cotidiano, y tal vez para preservarse frente al deber-ser de una ciudad compleja, adoptó tiempo atrás el seudónimo de Lila Stendhal, en homenaje al autor de su novela favorita, escritor francés homónimo, aunque de nombre real Henri Beyle. Máscaras, detrás de máscaras; y detrás de estas últimas, artistas y autores.
En diálogo con Panóptico, la artista compartió sus motivaciones, miedos y proyectos. Entre ellos, abandonar la gran urbe y, tal vez a futuro, "tener una casita en un lugar aislado en las montañas, y dedicarme a pintar y dibujar".
P: ¿Qué es realmente un artista? ¿Se "nace" o "se hace"?
LN: - Me parece que la palabra "artista" es algo pretenciosa. Me dijeron que soy artista porque me la paso dibujando y me encanta, y puede que lo sea, pero no sé si definirme con ese concepto. Cuando era chica, dibujaba y copiaba los cuadros de grandes artistas, y me imaginaba que iba a vivir de eso. De chiquita, me parecía que estaba a destinada a ser artista. Después, viene la vida y te pega un cachetazo. Al final, quedó más como hobbie y ojalá algún día pueda vivir de esto, pero no creo que hoy esté en el lugar ni en el momento para vivir del arte. Me encantaría tener un mecenas que me 'banque', como pasaba en la época del Renacimiento, donde a alguien lo mantenían mientras hacía dibujos y bocetos.
P: ¿Qué factores influyeron en tu estilo de pintura y dibujo?
LN: - Soy una mezcla del naïve de Henry Rousseau, que eso fue lo primero que me llamó la atención. También, Van Eyck con el tema de los brillos. Desde el Renacimiento a esta parte, tengo un montón de referentes: Caravaggio, también, a pesar de que no hago cosas de ese estilo. Creo que las influencias son más bien inconscientes, pero por supuesto hay cosas actuales que veo y me interesan, como Andy Kehoe, que es una especie de naïve pero algo oscuro. De chica me gustó mucho la película Excalibur, que era un clásico. También me gusta la estética de Guillermo del Toro, al estilo 'te voy a tirar unos elfos, pero dark'. Me gusta la cuestión más visceral de la magia, para ilustrar.
P: Entonces, no hablamos de un estilo fijo sino de un concepto cambiante y dinámico.
LN: - No sé cómo definir mi estilo, porque estoy siempre en la búsqueda. A veces me da por hacer cosas tipo naïve, después me canso y empiezo a hacer retratos, buscando mejorar el músculo y la fibra humana y hago algo más realista. Hago lo que me va saliendo, lo mío es medio instintivo. De todas formas, creo que cualquiera puede ser artista y tiene la capacidad y el tiempo para el ocio. El arte requiere tiempo de ocio: si la gente vive trabajando, no puede ni pensar en eso.
P: ¿Cómo definirías el ser artista en la Argentina pendular que todos conocemos?
LN: - Creo que, tanto ser antropóloga, que es lo que estudié, como ser artista, es muy difícil. Antes, yo le llamaba "artista" al que vivía del arte, pero si realmente fuera así, ¿quién lo sería? Muy pocos, en realidad. Es más bien un sentir, unas ganas y una búsqueda. El desafío siempre es trascender lo local, hacerse conocido. A esta altura, ni siquiera pretendo vender un cuadro por mucha plata, pero lo que me gustaría es que se me reconociera como tal en cada lugar al que vaya. Eso sería hermoso.
P: ¿Esta incertidumbre intercede en tu proyecto de vida?
LN: - Supongo que mi miedo es no poder jubilarme nunca, con todo lo que está pasando. En concreto, el proyecto del Fondo Monetario Internacional no coincide con el mío, que es nada menos que, un buen día, pueda tener una casita en un lugar aislado en las montañas, y dedicarme a pintar y dibujar. Esa me gustaría que fuera mi jubilación. Y con un gato. Y, si puedo tener una pareja que me aguante, también sería buenísimo.
P: ¿Se puede vivir del arte?
LN: - Es relativo. Hay que saber venderse, y también hay mucho negocio en el ámbito del arte: que una persona sea conocida y se exponga, no quiere decir que todo lo que haga sea bueno. No todo es arte, y no toda expresión es artística. Tiene que existir una elaboración, una base educativa importante. No es hacer un mamarracho y pegarlo, no creo que sea así, y no coincido con esa visión. Me parece que hay, en otros países, más respeto por lo artístico, sin que sea una 'disciplina de Clase B'. En Italia, por ejemplo, hay más becas, incluso en México, donde existe mucho movimiento artístico. No sé si a nivel país, pero en Rosario, por ejemplo, que es donde vivo, la gente no suele comprar arte. Esto lo he hablado con otros compañeros que estaban en el Mercado de las Artes acá, donde fuimos seleccionados porque no es que entra cualquiera, y lo cierto es que venden los mismos de siempre, con determinados estilos: algo de acuarela y lo más llamativo, que no necesariamente es lo que más impacta. Por supuesto, me parece que tendría que haber becas para todo el mundo que quiera hacer algo artístico; no para vivir necesariamente de esto, pero al menos debería haber becas que cubran los materiales, que son carísimos.
P: ¿Qué tanta incidencia puede tener la realidad económica en aquellos jóvenes que sueñan con el arte?
LN: - Creo que debería haber beca de materiales para cualquier persona: desde el chico al que le gusta dibujar y que vive en un barrio peligroso, como Cabin 9 o El Triángulo. Y, por supuesto, los hay: existen pibes artistas en todas partes del país, como alguno del centro al que los padres no le dan bolilla y se queda todo el día solo, y que podría tener un pequeño atelier. Para mí, eso tiene que estar, y si no lo tienen en la casa, que lo tengan en la escuela, que tampoco pasa. Yo uso muchos estilógrafos, que son caros, y fibras que son caras y que incluso se venden por unidad. Los lápices policromo son carísimos, entre 5 mil y 6 mil pesos cada uno, o más.
Link a galería de la autora: http://bit.ly/4o2Qfjb
P: ¿Creés que al arte le falta el lugar que se merece en el ámbito educativo?
LN: - En la escuela, la Plástica tiene un lugar muy subordinado, al igual que la Música. No hay apoyo de los padres, de la escuela o del Ministerio de Educación. Lo único que hay son directivas de lo que hay que hacer, pero no te dan materiales o un salario con un plus para materiales, que uno pueda realmente aprovechar para contar con insumos para todos los alumnos. Me gustaría que, donde yo doy clases de Plástica, existiera un ambiente más de taller. A esto se suma lo obvio: los profesores de esta materia, al menos acá, tenemos bloques de 45 minutos con todos grados distintos, en lugar de tener, por ejemplo, dos horas con pocos cursos, lo cual cambiaría muchísimo el valor que se le da a la actividad artística, y permitiría que para los chicos no sea un "trámite" o un recreo, sino una disciplina.
P: ¿Por qué la elección del seudónimo Lila Stendhal?
LN: - Me llamo Lila Nicastro, y adopté el alias "Lila Stendhal" por el escritor y autor de mi novela favorita de adolescente, "Rojo y Negro". Nací en la capital de Santa Fe, a los 12 años me fui a vivir a Chilecito, en La Rioja, lo cual fue durísimo: una sociedad totalmente conservadora, religiosa, 'radical o peronista' cuando yo no me sentía de ninguno de esos dos 'bandos', y todos eran súper machistas, cuando yo ya sabía que era feminista.
P: ¿Cómo organizás el tiempo para crear?
LN: - Dibujo cuando puedo. Tengo una carga horaria de 20 horas cátedra semanales, pero en realidad es más tiempo, sin mencionar que agarro cuanto reemplazo puedo como profesora de Antropología. De hecho, creo que a veces dibujo para ordenarme, para no bajonearme y salir un poco del caos. Llegué a Rosario después de la crisis de 2001: vi cosas como los aumentos del pasaje de colectivo, que se incrementaron en tiempo récord. Cuando llegué, el pasaje costaba 65 centavos: hoy cuesta 1.580 pesos. En parte, dejé de pintar porque están muy caros los óleos y los bastidores, por eso dibujo, que es más barato, práctico y se puede hacer en cualquier lado.
P: Llegamos a este tramo de la entrevista, y una duda persiste: ¿Qué es el arte?
LN: - El arte es lo que evita que uno se vuelva loco. Es lo que te saca de la vorágine de un mundo que te traga y te anula. Me parece que el arte es "la" puerta de escape por excelencia, aún si uno pinta cuestiones sociales, como los muralistas mexicanos. En psicoanálisis, al arte se le llama sublimación, y significa salir de lo cotidiano y poder vivir como en otro plano. Además, se produce algo en el cuerpo que te transporta. No creo que haya nada equivalente y lo cierto es que no se le da la suficiente importancia como al deporte, por ejemplo, del cual todo el mundo sabe que es bueno para la salud. Todos se matan en el gimnasio, pero nadie hace todo lo posible para ser artista. Todos deberían tener un espacio para el arte, por lo menos una vez por semana, aunque sea un taller. La gente estaría mucho mejor de la cabeza si lo hiciera. No digo que no hay que ir a terapia para hacer arte, pero por algo el arte está presente en todos los centros de rehabilitación y hospitales. En síntesis, el arte no es un recreo, es indispensable. Hay que hacer arte para sobrevivir en un mundo terriblemente hostil como este.
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